"La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie”. Esta es la frase con la que el papa Francisco concluyó ayer su audiencia general, la primera tras más de un mes sin ellas por el verano en el hemisferio norte.
En su afán por no excluir de la Iglesia a nadie y su intento por abrirla a nuevas formas de familia, Jorge Bergoglio se refirió a los divorciados que volvieron a tener pareja, personas que "no están excomulgadas, como algunos piensan”, sino que "forman parte siempre de la Iglesia”.
Una apertura que el mismo Bergoglio estima contradictoria y que levantaría críticas dentro de la propia Iglesia, porque la doctrina sostiene que quienes se divorcian contradicen el sacramento del matrimonio y, por tanto, quedan excomulgados.
Sin embargo, Francisco abogó por "manifestar la disponibilidad” hacia ellos, señala el diario español El País.
Se dijo consciente de que "tal situación contradice el sacramento cristiano”, pero apeló a que la Iglesia actúe como una "madre que busca el bien” y lo haga sin excluir a nadie, en un mensaje lanzado de cara al Sínodo de la Familia, que se celebrará el próximo octubre.
"Es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia”, ha sentenciado.
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