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jueves, 11 de julio de 2013

Hijos del divorcio

Todas conocemos a una amiga o familiar que pasó (o está pasando) por un divorcio y la principal preocupación son los hijos. Los divorcios son cada vez más frecuentes y millones de niños alrededor del mundo sienten que su mundo se desmorona cuando sus papás se divorcian.

La pregunta que muchas nos hacemos es: cuando la separación es un hecho, ¿qué debemos hacer para disminuir el impacto de la ruptura marital en los hijos? Y es que la salud emocional, la crianza y el desarrollo de nuestros hijos debe ser nuestra prioridad. Investigadores de distintas especialidades han estudiado los efectos del divorcio en los niños y adolescentes, pero no hay conclusiones unánimes. Un estudio publicado por UNICEF señala que las consecuencias dependen de distintas variables, entre ellas: el grado del conflicto previo, especialmente que se involucre o no a los hijos, el ejercicio o no de la coparentalidad (crianza conjunta de los hijos) y los efectos del deterioro económico y del estilo de vida que por lo general trae aparejado. La buena noticia es que, aunque una separación es dolorosa para los niños, ellos se ajustan bien a la situación con el tiempo. Todo depende de cómo manejas el divorcio. “Las causales de divorcio son muy importantes, así como la historia previa. Cada caso es único y no hay una receta”, explica el psicólogo clínico infantil, German Burgoa. Aunque los niños de un divorcio se recuperan, un número de factores puede reducir el impacto que experimentan. Estas son algunas recomendaciones esenciales.

Recomendaciones

Madurez. “La recomendación más importante es que ante un divorcio haya madurez y que no se mezcle la relación de pareja con la relación parental. Ya que muchas veces cuando hay un conflicto de pareja, éste se extiende a los niños, entonces se cometen errores como no dejar que el papá vea a los niños. Es muy importante que la persona facilite el relacionamiento con el padre que no está presente”, explica Burgoa.

Siempre presentes. El divorcio se ha instituido para los cónyuges, no para los padres. Los esposos no se divorcian de sus hijos, ni entre sí como padres. Deben ejercer conjuntamente la parentalidad y cumplir conjuntamente las funciones de crianza. “Ambos deben involucrarse en la vida del niño. Se rompe la relación conyugal, no parental”, enfatiza el experto.

Asimismo, la pareja que se queda con los hijos (generalmente la madre), tiene que facilitar la relación con el papá, teniendo delimitada la nueva relación, explica Burgoa.

“La mamá debe tratar de involucrar al papá dentro las funciones educativas de los niños, desde festivales y actividades recreativas a los cambios del colegio, viajes, etc. No involucrar al papá hace muchísimo daño porque lo que el papá puede aportar a los hijos, no puede hacerlo la mamá”, explica Burgoa.

No hables mal del otro. El psicólogo explica que muchos niños pueden llegar a rechazar al papá o mamá, y esto se puede dar cuando hubo una historia previa de una mala relación. “El rechazo también se da cuando llevamos el conflicto hacia los hijos y un padre habla mal del otro. También se da cuando la otra persona se encarga de deteriorar su propia relación con su hijo, porque nunca está ni llama. Entonces el niño reacciona frente a estas situaciones”, explica el psicólogo.

Habla con ellos. Los padres deben ser un apoyo para sus hijos: es esencial que hablen claramente sobre el divorcio y sus implicaciones, así como contestar sus preguntas de manera clara, sin mentiras.

“Cuando hay un divorcio es responsabilidad de ambos padres hablar de manera claro con los hijos acerca de lo que va a ocurrir y por qué va a ocurrir. La comunicación es esencial, de otro modo, el niño tiene otras expectativas y se puede sentir abandonado, además que daña la autoestima del niño, ya que muchos pueden pensar que han tenido algo que ver con el divorcio”, dice.

El divorcio, muchas veces una solución

“El tema del divorcio no siempre va a ser negativo. El divorcio puede ser, terapéuticamente hablando, una solución a una situación de tensión. Por ejemplo, hay parejas que son altamente disfuncionales lo que implica conflictos de pareja de alta intensidad de manera frecuente, lo que genera un daño terrible a sí mismos y a los hijos”, asegura, agregando que “es mucho más nocivo que un niño viva en un ambiente disfuncional donde hay agresividad y violencia frecuente, a que supere un divorcio. Desde esta perspectiva el divorcio es una solución”.

El psicólogo, un aliado esencial

El experto explica que la cultura de la prevención es esencial en cualquier área. “Es como ir al dentista sin tener caries, lo haces para una revisión y una limpieza. En el caso de la psicología es igual: la idea es que sepas cómo está madurando y desarrollando intelectual y emocionalmente y si llegas a un situación de tensión por un divorcio, ya sabes cómo es tu niño o en qué situación está”, explica el experto.

Si estás atravesando un divorcio, ir al psicólogo es esencial, pues él tiene las herramientas para saber cuál es el estado emocional del niño, como ve al papá y a la mamá y cuáles son sus necesidades con cada uno de los papás. “Te dará una idea más clara de lo que tienes que hacer”, asegura Burgoa.

Edad

La etapa que atraviesa el niño en un divorcio es un factor para tomar en cuenta.

0 a 5 años. Cuando se trata de bebés o niños pequeños, los padres creen que ellos no perciben lo que pasa en su familia y esto es un error, porque los chicos pequeños se dan cuenta de todo, y es una edad delicada para el divorcio. “Para los niños menores de cinco años, la presencia de ambos padres como imágenes que formarán su estructura de personalidad es muy importante. El divorcio corta este proceso, donde cada figura aporta algo a la estructura del niño como persona, y a largo plazo puede haber fallas a nivel social y emocional”, explica.

Un estudio realizado por la Universidad de Illinois en el que se entrevistó a más de 7 mil personas sobre su personalidad y relaciones cercanas, encontró que cuando a un niño de entre tres a cinco años le toca vivir el divorcio de sus padres es más propenso a ser una persona lejana a estos aún en su vida adulta, que un niño que atraviesa la misma experiencia en una edad mayor. “Una persona que tuvo una relación estable con sus padres es más propensa a tener relaciones más seguras en el futuro que otra que vio el término del matrimonio de sus padres”, explicó Chris Fraley, coautor del estudio.

5 a 9. “A esta edad el niño ha recibido el aporte de ambos padres y está más fortalecido en su estructura. También va a sufrir con el divorcio, pero esta más fuerte y lo sobrellevará mejor, siempre y cuando sea un divorcio maduro, no con guerra. La guerra siempre va a deteriorar todo, sobre todo a los niños”, señala Burgoa.

Pre adolescencia y adolescencia. La otra etapa delicada es la pre adolescencia, entre los 9 y 13 años, y la adolescencia, entre los 13 y 18.

“Es una etapa donde los chicos necesitan el aporte de ambos papás para poder lidiar con la crisis de la adolescencia. Puede aparecer la rebeldía, el enfrentamiento y lo social gana peso; el adolescente se aleja de la familia y es absorbido por el mundo social, además aparece el circuito de drogas, alcohol y sexualidad que atraviesa el 100 por ciento de los adolescentes. Necesitan el papá y la mamá para ayudarles a salir de esa crisis”, asegura el experto.

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