El divorcio en México solía ser una gestión tortuosa que requería transitar por una especie de Laberinto de Minotauro, pero se está volviendo cada vez más un trámite parecido a obtener la cédula de identidad o la licencia de conducir.
Recientes reformas a las leyes civiles abrieron la puerta al denominado “divorcio exprés” que permite formalizar la separación matrimonial en un período de 15 a 30 días, en lugar de los seis a 18 meses habituales.
Adicionalmente, ya hay despachos de abogados que ofrecen hacer parte de los trámites por medio de internet y mediante una tarjeta “prepago” de 5.000 pesos (unos 400 dólares), aunque hay letrados que prometen asesorar a las parejas que desean no convivir más por casi la mitad, unos 230 dólares.
Claro que no todos son candidatos a una salida expedita al problema de vivir en condiciones insoportables, pues se requiere que se trate del denominado “divorcio administrativo”: éste se da cuando no existen hijos, no hay desacuerdos sobre los bienes de la pareja y el matrimonio tiene menos de un año.
En el caso del “divorcio necesario”, la gestión es más larga pues suele haber hijos, diferencias sobre su custodia y discrepancias sobre la pensión alimenticia y los bienes comunes.
El portal Liberapass promete otorgar todos los servicios para una separación rápida a través de internet mediante una tarjeta prepaga por el servicio, eliminando “los procesos burocráticos y tediosos” mediante el auxilio de “un equipo de profesionistas” que permiten una disolución del contrato matrimonial prácticamente “sin dolor”.
La página, que pertenece a la empresa Abogados Postulantes en Sociedad, señala que “al adquirir la póliza se garantiza a la persona la asesoría jurídica para tramitar el proceso de divorcio, desde la presentación de la solicitud hasta la sentencia que declara disuelto el vínculo”, todo por el costo de la tarjeta.
La tarjeta “mágica” se puede pagar a través de transferencia electrónica, bancos o tiendas de conveniencia. Aunque México es el segundo país más católico del mundo, la frase “hasta que la muerte los separe” cada vez tiene menor significado entre las parejas unidas bajo el vínculo matrimonial.
La tasa de casamientos suele variar, pero la de divorcios definitivamente está aumentando, según estadísticas oficiales. Según los últimos registros oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en los últimos 30 años el promedio de divorcios pasó de 4,4 por cada 100 matrimonios en 1980 a 7,2 en 1990 y 11,8 en 2005. El último año en que la cifra se revisó, 2008, había llegado ya a 13,9 por cada 100 matrimonios.
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