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martes, 5 de marzo de 2013

La tutela del hijo adolescente

El Código de Familia, en la sección III, sobre los efectos del divorcio, explica sobre la situación de los hijos, en el artículo 145 dice claramente: "El juez define en la sentencia la situación de los hijos teniendo en cuenta el mejor cuidado e interés moral y material de estos". Además, aclara que las convenciones que celebren o las proposiciones que hagan los padres pueden aceptarse siempre que consulten dicho interés. Incluso, establece que "los hijos que no tengan siete años pueden confiarse a la madre, y los que pasen de esa edad, al padre; o bien los varones al padre y las mujeres a la madre, sin distinción de edad". Por razones de moralidad, salud o educación, puede confiarse la guarda a solo uno de los padres o prescindirse de ambos optando entre los abuelos paternos o maternos o entre los hermanos de dichos cónyuges. En caso necesario, la guarda puede ser confiada a tercera persona de conocida idoneidad". Sin embargo, ¿qué es lo realmente importante antes de disputarse la custodia de un menor, más aún si se trata de un adolescente?

Analice. Según el psicólogo Óscar Urzagasti, lo primordial es analizar la salud mental de los padres, "que no tengan trastornos psicológicos que afecten a los menores de edad". El desgaste de la disolución de un matrimonio ya significa un gran efecto psicosocial para el menor, esto sumado a que debe quedarse solo con uno de sus padres, su estabilidad emocional puede verse afectada.

"Los trastornos en los padres son muy importantes, puesto que pueden desembocar en un padre sádico o una madre impulsiva, en cualquiera de los casos le afecta al niño", remarcó.

El afecto. Otro aspecto, que es bueno identificar antes de disputar la custodia de los niños, es calificar el vínculo afectivo que tiene el menor con su papá o con su mamá.

Mary Luz Aguilar, trabajadora social, asegura que en el marco de la definición de la custodia "este aspecto se toma muy en cuenta. Los mayores de siete años tienen la capacidad de definir con quién quieren estar, si con su mamá o su papá, con quien tengan más comunicación".

Tipos de apego. Según el psicólogo, además del afecto, también se debe analizar el apego que tiene el menor con su madre o su padre. "Existen tipos de apego, desde los estables y seguros, hasta los no estables", explicó. Urzagasti añadió que de tratarse de un apego estable, el niño o adolescente contará con un buen ambiente para desarrollarse en un ambiente familiar, a pesar de que uno de los miembros (padre o madre) ya no viva con él o ella bajo el mismo techo.

¿Y los parientes? "Existe un concepto que se denomina: cuidado primario, que no identifica al padre o madre biológica como el dueño de ese título", destacó Urzagasti, a tiempo de indicar que en muchos casos ese cargo se lo llevan los abuelos cuando se hacen cargo de los niños desde que tienen meses de nacido o viajan al extranjero por trabajo. Incluso el mismo Código de Familia reconoce que los abuelos paternos o maternos o entre los hermanos de dichos cónyuges pueden tener la guarda de los menores.

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