Unas de las épocas del año donde estallan más crisis matrimoniales es el período de vacaciones de verano. Parece una contradicción que un momento que debiera considerarse relajado y disfrutable, despierte tormentas monumentales en una relación estable y aparentemente feliz. Pero es precisamente eso, el respiro que proporciona el tiempo libre, lo que hace que la pareja pueda detenerse a examinar qué le gusta y qué le molesta del otro. Acostumbrados en la rutina del año a convivir poco aunque bajo el mismo techo (en realidad se pasa mucho tiempo fuera de casa, con ocupaciones laborales y sociales), encontrarnos cara a cara con el otro 24/7 inevitablemente llevará a planteamientos que no hemos hecho. Incluso si tienes la bendición de compartir gustos con tu pareja./
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