Es una realidad que muchas parejas por diferentes circunstancias, después de pocos o muchos intentos por mantenerse juntos, al final se enfrentan ante el inminente divorcio, sea su decisión o no; lo real es que para que ello suceda han tenido que acontecer muchas situaciones, tal vez dolorosas que dejaron heridas, sentimientos de decepción y confusión, que llevará su tiempo asimilarlo. Predisponerse a entablar una nueva relación es complejo.
Divorciarse no es sinónimo de fracasar, ya que a pesar de que parezca paradójico ambos pierden, pero también ambos ganan, ganaron la experiencia de haber compartido una vida con diferentes matices; se deben sentir agradecidos por todo lo vivido, que seguro los hizo más fuertes y viene cargada de un sinfín de aprendizajes que le permiten crecer en el amor, corto o largo tiempo de relación; ahora les queda la convicción de que cuando dos caminos ya no hallan los puntos de empatía, complicidad, pasión, visión de vida y ya no se acompañan en su crecimiento personal es por demás forzarse a seguir una relación que no la disfrutan. Volver a creer en el amor es algo difícil, pero no imposible; después que todo pasa simplemente dejar fluir y permitir que las posibilidades se presenten.
Se ha comprobado que por salud física y emocional, el tener una pareja reduce problemas de salud y alarga los años de vida, al darse el permiso de seguir sintiendo, expresando y disfrutando del cariño, la pasión y la compañía de una pareja.
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